¿Qué tantos prejuicios hay en México sobre las personas LGBTI?

Por Roberto Zedillo Ortega (@soykul)

Ésta es la segunda parte de una serie de artículos en torno al vínculo entre distintas expresiones de la discriminación hacia las personas LGBTI. La primera parte se encuentra disponible en este vínculo.

Las expresiones más graves de la LGBTI-fobia —incluso aquellas ligadas con la violencia— suelen tener como base o motivación los prejuicios; es decir, aquellas ideas preconcebidas y negativas en torno a la diversidad sexual y de género. 

Por desgracia, en México los estereotipos sobre este tema están muy ampliamente difundidos. La última Encuesta Nacional sobre Discriminacíon (ENADIS), que el INEGI y Conapredrealizaron en 2017, nos da evidencia muy sólida del rechazopreocupante hacia las personas LGBTI.

Un ámbito donde esto resulta particularmente claro es la vivienda. Según la ENADIS, alrededor de un tercio del país (32%) no estaría de acuerdo en rentar una habitación a una persona gay o lesbiana. La cifra sube un poco más en el caso de las personas trans (36%). De manera similar, en 2017, 43% de la población se oponía a que sus hijes se casaran con personas del mismo género.

Lo anterior se relaciona con el rechazo hacia la igualdad de derechos para las personas LGBTI. Incluso si no se tratara de sus hijes, cuatro de cada diez personas en México se oponían en 2017 a reconocer el matrimonio entre personas del mismo género. Por otra parte, también había una propensión a rechazarla participación política de la diversidad sexual: cuando se realizó la ENADIS 2017, 44% del país dijo que no le gustaría que una persona gay o lesbiana fuera electa para la Presidencia de la República.

Si bien todo lo anterior muestra que hay un alto clima de prejuicios en México hacia las personas LGBTI, es importante reconocer que no todo está perdido.

En particular, hay tres signos de esperanza de acuerdo con los datos.

1. En primer lugar, resulta claro que dar más visibilidad a la diversidad ayuda a contrarrestar los prejuicios. Por ejemplo, la propia ENADIS 2017 muestra que quienes conocen a gente abiertamente gay o lesbiana muestran más propensión a estar de acuerdo con la inclusión. 

2. En segundo lugar, las nuevas generaciones también manifiestan tasas mucho menores de prejuicios hacia las personas LGBTI. Esto seguramente se debe en parte a que las personas más jóvenes están más familiarizadas con la diversidad en general, así como mayor acceso a información veraz.

3. Y en tercer lugar, algunas otras investigaciones adicionales (por ejemplo, ésta) han mostrado que otros factores también se asocian con menores niveles de prejuicios, como el ser una persona menos religiosa o el saber que la gente no “se hace” LGBTI (sino que es algo inherente a su persona).

Esto significa que, aunque todavía persisten numerosos prejuicios en torno a la diversidad sexual y de género, parecemos estar en un proceso de cambio cultural, en el que la mayor visibilidad de las personas LGBTI y la mayor difusión de información científica pueden ser importantes herramientas de cambio.

Por desgracia, el que siga habiendo prejuicios facilita que aparezcan otras manifestaciones de la discriminación. En este mismo espacio, la próxima semana analizaré la frecuencia de diversos actos observables de prejuicio, como son loscomentarios o bromas deshumanizantes, los insultos prejuiciosos y las micro-agresiones a personas LGBTI.

Roberto Zedillo Ortega (@soykul) es especialista en igualdad y no discriminación. Cuenta con una licenciatura en ciencia política y relaciones internacionales por el CIDE, así como con una maestría en sociología por la Universidad de Cambridge.

Ha asesorado la conformación de esfuerzos para la inclusión en instituciones como el Conapred y CulturaUNAM. Tiene experiencia en consultoría, investigación y docencia, así como varios libros, artículos y textos de difusión acerca de la discriminación.

Su publicación más reciente es el informe Cohesión social: hacia una política pública de integración de personas en situación de movilidad en México (CIDE, 2020), que coordinó con Alexandra Haas y Elena Sánchez-Montijano. Escribe en Anodis cada semana.

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