Por Fabiola Díaz de León
La visibilidad de lxs hermanxs que osan expresar una variación en su género se han convertido en el blanco de todo tipo de violencias y creo que resulta más que oportuno entender que, ya que vamos rumbo a celebrar el 17 de mayo, día internacional contra la homofobia, pues ese día en 1990 los y las homosexuales salimos del manual de enfermedades psiquiátricas según la OMS (Organización Mundial de la Salud); es nuestra obligación como personas que hemos sido señaladas, ignoradas, limitadas, cuestionadas, agredidas, discriminadas, patologizadas, vulneradas… y que por lo menos las terapias de conversión (ECOSIGS) en algunos lugares ya son delito pues no son otra cosa que tortura física y psicológica. Estamos dejando solxs a lxs divergencias sexogenéricas.
Ni desde la diversidad ni desde el feminismo podemos decirle a alguien si pertenece o no, si no somos una logia o el Papa para que para darle la silla de Pedro le tengan que revisar la existencia de testículos.
Las agresiones a los congresos como el de Puebla, para pedir que no pase la Ley de Identidad Genérica en el estado, cuando ya está en la mesa y en la minuta. Esta postura antiderechos que ha adoptado el feminismo contra la posibilidad de tener una congruencia en la personalidad jurídica que elija quien quiera elegirla es un retroceso y un derecho a una lucha que como feministas no nos compete. Al feminismo le compete defender la vida de las mujeres, todas, la vida de las infancias, el derecho a decidir de la humanidad en general. No es un club social de señoras blancas privilegiadas o lesbofeministas que se sienten agredidas porque existan mujeres trans, hombres trans, personas queer o no binaries.
Las leyes deben ser parejas para toda la ciudadanía y entiéndanlo de una vez por todas, #LasPersonasTransPertenecen como cualquier otrx ciudadanx. No hagamos leña del árbol caído, hagamos cabañas para los desposeídos.
Esta población vulnerable es tan diversa como cualquier otro sector de la bandera arcoíris. No lo olvidemos nunca. Movimientos como el feminismo y el activismo bien entendido va contra los poderes fácticos que oprimen a los seres que vivimos en la misma comunidad. El Patriarcado es el máximo representante de la violencia, no podemos violentar a nadie, podemos defender nuestros derechos siempre y cuando entendamos que terminan con nosotros y no se extienden a otrxs. Mujeres, hombres y no binaries que transicionan o viven en un género diferente al de su origen merecen no sólo nuestro respeto, sino que metamos el pecho ante los embates de la ultraderecha, de los feminismos tóxicos, de los ministros de culto y la grey que los secunda y criminaliza, patologiza y discrimina a esa población.
Si Elliot Page puede usar su poder y fama para defender a sus hermanxs trans, nosotros en lo particular debemos y tenemos que hacer lo mismo y no sumarnos a grupos quiméricos y gorgónicos monstruosos que en vez de defender derechos piden que no se reconozca la igualdad de los mismos.
Y si no concuerdan en que la revolución del siglo XXI es la liberación e igualdad de la totalidad de la humanidad pues estamos en batallas y luchas sin sentido ni beneficio alguno.
Derechos Iguales para Seres Iguales. Sumen, acojan, conforten, alivien al caído, no alimenten paranoias y quimeras de cuarta que no abonan a los derechos humanos. Restan.
