La Diversidad, sus Derechos y los Discursos

Por Fabiola Díaz de León

La Diversidad Sexual empieza a ganar derechos en 1969 y esto significa que quedó libre de ser perseguida por la policía. Que sale de la clandestinidad y puede pasar a ser un ciudadano como cualquier otro. Esto se logra gracias a que las leyes se fueron modificando de manera que ciertas prácticas sexuales, particularmente la homosexualidad y en particular la sodomía, dejan de ser delito. Pasaron años antes de que los médicos, los hombres de blanco, sacaran a la homosexualidad del manual de enfermedades mentales. Ya no éramos criminales pero seguíamos siendo carne de manicomio. En los 70 se modifica esto en Estados Unidos, en México y otros lados del mundo fue hasta el año de 1990. Apenas el año pasado se extendió esto mismo hacia las poblaciones diversas sexo genéricas y hasta la fecha se considera que la homosexualidad y las identidades trans se pueden “curar” por medio de terapias de conversión que, por fortuna, ya son ilegales en muchos lugares más no en todos.

No todos los países han dejado la postura punitiva hacia homosexuales, muchos siguen siendo candidatos a cárcel, penas corporales y hasta sentencias de muerte. Lo mismo con los disidentes genéricos.

La Ley que puede regir estas posturas nos puede parecer monstruosa a los que ya vivimos un marco legal diferente. Tendemos a calificar todo en lo bueno y lo malo. Extremos. La realidad es que los seres humanos nos formamos de variantes entre lo bueno y lo malo. No siempre somos buenos ni siempre somos malos. Tenemos la capacidad de ir de un punto al otro. Lo mismo la Ley que representa anhelos sociales. La esclavitud fue legal, el holocausto fue legal, la persecución de las brujas y la inquisición fue legal. La ilegalidad de consumir ciertas sustancias lo sigue siendo. La Ley tiende a proteger intereses no personas. Y las personas no nos regimos por una norma única. Lo que es bueno para mí no tiene por qué serlo para los demás. Las leyes se fundamentan en discursos que las instituyen, que las soportan. Pensar en un conjunto de Leyes que son enteramente benéficas es utópico. Esto sucede con el discurso de los Derechos Humanos que están muy bien en papel desde que terminó la II Guerra Mundial y que hasta la fecha no se aplican en su totalidad. En un principio ni siquiera contemplaban extenderlos a las mujeres que somos al menos la mitad de la población mundial. Fue hasta los 90 que se anexó el grueso femenino a ellos.

La sociedad civil goza de poder inferir en cambios legislativos. Por eso es importante que los discursos que promueven premisas anti derechos no prosperen, son un retroceso. Los derechos son mejores entre más poblaciones los tengan y no privan a ninguna que ya goce de ellos. La Ley que promueve que la discriminación es un delito debe imperar ante los pensamientos colectivos, porque el hecho de que dos personas del mismo sexo se puedan casar pero que no puedan adoptar infantes es discriminatorio. Que el matrimonio igualitario no tenga las mismas garantías del tradicional es discriminatorio. En resumen lo que discrimina va contra la Constitución y no se puede sostener ante ningún tribunal. Este principio cobija a la diversidad, pero cuando nos enfrentamos a discursos que atañen o abonan a discriminar a miembros de la misma es momento de actuar en bloque. Los derechos de la diversidad son derechos humanos, los derechos trans son derechos humanos. Sean los sujetos menores o mayores de edad. Qué bueno que la discriminación es un delito y qué malo que la misoginia no lo sea, peor aún que el machismo tampoco lo sea, que la falta de perspectiva de género no lo sea. Tenemos muchos derechos por conquistar, pero más por defender y extender a todxs.

Mi llamado de atención a los discursos es porque si adoptamos posturas que promueven que ciertos grupos no sean reconocidos como merecedores de los mismos derechos de los que gozamos estamos adoptando un discurso anti derechos que no puede ser justificado de otra forma que por un discurso de odio. Si no solo lo pronunciamos sino que lo promovemos para que otrxs lo adopten ya estamos incurriendo en un delito y es lo que hemos venido viendo una y otra vez desde posturas cada vez más totalitarias y fascistas. En la actualidad lo monstruoso de tales posturas se disfraza de discurso libertario en el que la libertad de expresión de verdaderos horrores se tiene que defender. No. La derecha más reaccionaria y perversa sostiene lo mismo. En nombre de la libertad de culto se difunden prejuicios invasivos que descalifican a grupos o personas por su preferencia sexual o sexo genérica. Se defienden y aplican terapias de conversión que no son otra cosa que prácticas de tortura física y psicológica. Gracias a la lucha de algunos activismos estas terapias son ilegales pero eso no las erradica. Y no lo son en todo el planeta. Dictaminar sobre las prácticas sexuales de los demás cuando no se aplican a nosotros es estar totalmente fuera de lugar, es invasivo y no tiene cómo sostenerse.

No hace mucho vi una publicación de un grupo lésbico que decía que usar dildos u objetos para practicar la penetración entre mujeres era “patriarcal” y yo me pregunto ¿quién tiene la potestad lésbica para juzgar el lesbianismo de las otras? Si el Estado mismo no se toma semejantes atribuciones qué están pensando estos grupos para decirle a las demás lesbianas cómo deben satisfacerse sexualmente y más allá todavía, calificar de “patriarcales” a las que gozan de dichas prácticas.

En Paris este 2021 se puso un clítoris gigante para conmemorar el 8M. Si vemos la anatomía del clítoris completa queda claro que mucha de su extensión es interna y que para estimularlo se puede combinar entre lo externo y lo interno por lo que si el clítoris es así la penetración “patriarcal” pues es de origen por lo que la patriarcal no soy yo, son mi vagina y mi clítoris. Lo masculino no es sinónimo de patriarcal, usar un dildo o un pepino no es sinónimo de patriarcal y la penetración menos lo es. El placer no es patriarcal, es personal, si yo quiero tener un orgasmo y ciertas prácticas o pensamientos me lo inducen no es problema de nadie más que mío.

La existencia de lo diferente no es una amenaza para lo conocido. Lo que es una amenaza es diseminar discursos que no representan beneficios de quienes los promueven sino detrimento en quienes buscan adquirir derechos que todavía no gozan. Como sucede con leyes como la de Identidad de Género.

También tenemos una responsabilidad como comunidad de defender los derechos de todos los grupos que carezcan de ellos, porque sabemos de primera mano lo que es no gozar de ellos. Para ello debemos funcionar como la unidad diversa que somos. Cada unx desde su particularidad para llegar a una generalidad que cobije a todxs.

Post Author: anodis