Por Roberto Zedillo Ortega (@soykul)
Cada 17 de mayo, se conmemora el Día Internacional contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia. La fecha marca el aniversario en que la Organización Mundial de la Salud eliminó la homosexualidad de su lista de enfermedades mentales. En México, a raíz de una serie de decretos presidenciales cada vez menos temerosos —primero de Felipe Calderón, luego de Enrique Peña Nieto y ahora de Andrés Manuel López Obrador—, la ocasión se refiere como el Día Nacional de la Lucha contra la Homofobia, Lesbofobia, Transfobia y Bifobia.
Año con año, este día permite valorar avances y retos en la garantía de derechos para las personas LGBTI. También es pauta para que los gobiernos de todos los niveles alrededor del mundo refrenden su compromiso con la igualdad, reconozcan las brechas discriminatorias, y anuncien acciones de política pública para erradicarlas.
En nuestro país, el panorama actual en materia de LGBT-fobia es francamente alarmante. Ya he referido varias problemáticas sobre la materia en este espacio. Entre ellas, destaca la alta prevalencia de “bromas” y discursos estigmatizantes, los prejuicios que abundan en las redes sociales y las tribunas legislativas (entre otros espacios), la persistencia de la exclusión en negocios, hogares, empleos e incluso el espacio público, así como graves casos de crímenes de odio y actos de violencia en diversos estados de la república, que incluyen desde terapias de conversión y golpes hasta balaceras y asesinatos.
La discriminación que las personas LGBT enfrentamos en México no se reduce a hechos aislados. Por el contrario, tan solo entre 2018 y los primeros meses de 2021, el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) reportó haber iniciado más de 180 expedientes de quejas relacionadas con la diversidad sexual y de género en casi todos los estados del país. Ello da cuenta de que estamos ante un fenómeno sistemático, que se manifiesta en todo nuestro territorio como ha hecho por generaciones.
Las estadísticas disponibles son reveladoras. En principio, según la más reciente Encuesta Nacional sobre Discriminación, la población mexicana coincide en que los derechos menos respetados son los de las personas trans, gay y lesbianas. Además, en la Encuesta sobre Discriminación por motivos de Orientación Sexual e Identidad de Género 2018, seis de cada diez participantes LGBT dijeron haber enfrentado discriminación por lo menos una vez tan solo en los 12 meses anteriores. Por supuesto, las tasas fueron particularmente altas entre personas trans (casi 75%) y —especialmente— entre quienes manifestaron otra identidad de género no normativa, como las personas no binarias (más de 80%). En junio de este año, los resultados de la Encuesta Nacional sobre Diversidad Sexual y de Género 2021 (una de las pocas acciones nacionales recientes que ameritan reconocimiento) darán un panorama más actualizado. Sin embargo, desde ahora es evidente la urgencia de que los gobiernos estatales, municipales y federal actúen de manera decidida.
Desgraciadamente, la administración pública en la mayoría del país se caracteriza todavía por las promesas y no por las acciones. La actual gestión federal, por ejemplo, se ha limitado a emitir discursos, anunciar estrategias y publicar (ya pasada la mitad del sexenio) los programas públicos que le exige la ley. Sin embargo, aunque en el papel existe una agenda ambiciosa, ésta contrasta con la falta de resultados, presupuesto e incluso prioridad política que se ha dado a la LGBT-fobia. Como muestra, el propio titular del Ejecutivo lleva casi dos años sin designar una titular en el Conapred, aunque desde 2020 (tras la renuncia de la entonces presidenta) él mismo anunció tres posibles perfiles y el nombramiento no requiere más que una firma desde Palacio Nacional. En lo local, la labor del Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación de la Ciudad de México (Copred) hace palidecer la poca consolidación del andamiaje antidiscriminatorio en la mayoría de los estados.
Por ende, este Día Nacional de la Lucha contra la Homofobia, Lesbofobia, Transfobia y Bifobia vale la pena emitir un llamado urgente a que las autoridades de más alto nivel en nuestro país se tomen en serio el desafío. Es urgente combatir la LGBT-fobia en todas sus manifestaciones: desde la violencia más extrema, que cobra decenas de vidas cada año, hasta los discursos excluyentes y los prejuicios, que sirven de base a las agresiones y a la negación cotidiana de derechos. Sin duda, no habrá una democracia genuina en México hasta que se garantice la igualdad para todas las personas.
Sobre Roberto Zedillo Ortega (@soykul)
Es especialista en diversidad, igualdad y no discriminación. Ha asesorado diversos esfuerzos para la inclusión en instituciones públicas, y tiene experiencia en consultoría privada, investigación y docencia. Cuenta con una licenciatura en ciencia política y relaciones internacionales por el CIDE, así como con una maestría en sociología por la Universidad de Cambridge. Ha publicado varios libros, artículos y textos de difusión acerca de la discriminación. Su obra más reciente es el informe Cohesión social: hacia una política pública de integración de personas en situación de movilidad en México (CIDE, 2020), que coordinó con Alexandra Haas Paciuc y Elena Sánchez-Montijano.