Cómo nace la palabra genocidio y los holocaustos que aún no terminan

Por Fabiola Díaz de León

​La palabra aparece después de que se descubre la exterminación sistemática de los judíos en la II Guerra Mundial que conocemos como el Holocausto. Un judío polaco, Raphael Lemkin, lo acuna en 1944 y es la intención sistemática de erradicar a un pueblo, etnia, grupo religioso… ahora lo podemos aplicar también a las minorías sexuales. El Holocausto es el acto perpetrado por el Estado con este fin. Sistemático y organizado, diseñado para lograr el exterminio de la población que sea su objetivo. 

​La creación de Estados genocidas no tiene derecha ni centro ni izquierda, lo que tienen es una finalidad en la que se crea la idea colectiva de que x grupo es un peligro o es opresor y hay que derrotarlo con el exterminio. 

​La comunidad LGBTQ+ no somos un pueblo ni una etnia ni un grupo religioso, finalmente nos conformamos por la diversidad que nos define y agrupa. Eso no quita que seamos estigmatizados, perseguidos y asesinados o encarcelados. También sometidos a terapias de conversión en un afán de “curarnos” o eliminar eso que nos hace ser quienes somos pero que socialmente o familiarmente causa tanta alarma y preocupación o incomodidad. Somos probablemente los que causamos la vergüenza pública. Podemos tener un padre asesino, como lo son tantos hombres poderosos. Basta con tener militares en la familia para entrar en esa categoría, o miembros de las fuerzas castrenses, o narcos o sicarios o pandilleros. Personas que pueden matar con toda impunidad, como el Estado, como el Ejército. Eso no causa vergüenza, la fuerza genera admiración en un tejido social desgarrado como el que vivimos en México. Pero si tenemos un familiar diverso no falta el pariente que se sienta con la capacidad de tapar el sol con un dedo. El hermano homofóbico o el cuñado transfobico que en un arranque ataque a esa persona.

​La cultura de Derechos Humanos se tiene que construir. La diversidad debe ser una coalición blindada sin divisiones a su interior para enfrentar lo que históricamente puede repetirse y que es nuestro exterminio. La diversidad en general desafía a los poderes sociales. Iglesia, Estado, Médicos, Escuela, Familia. Tenemos soberanía para amar como amemos o para ser del género que deseemos. Dos libertades que nos tomamos y que siempre serán cuestionadas, atacadas, sobajadas. Con la cultura de DDHH se ha podido avanzar en obtener derechos legislados y que en la práctica parecieran no estar escritos. 

​Somos nosotros, los y las y les diversxs los que debemos imponer que eso que tenemos en el papel se logre no solo para un sector sino para todos. Si nos fracturamos, si nos seccionamos, si nos preocupamos por la sigla que nos toque únicamente, tenemos la batalla perdida. La visibilidad nos hace fuertes y abre las puertas a los que van llegando, pero también es una debilidad. Somos ubicados, etiquetados y contabilizados. El anonimato queda eliminado. De darse una persecución o un atentado esa misma visibilidad es nuestro punto vulnerable. La etiqueta se convierte en un blanco. Ahora que existen secretarías partidistas de diversidad los afiliados serían los primeros en la línea de fuego. Pensar que porque la izquierda esgrime la bandera arcoíris como afín y que lucha por sus derechos es pensar ingenuamente. Como lo menciono anteriormente, el odio no es selectivo, el odio no es una tendencia de pensamiento político, el odio es una baja pasión inherente a la condición humana. Los discursos que promueven dividir a un pueblo entre aliados y adversarios ya son un peligro. Ya implican una tendencia bélica. Ya llevan en sí la batalla. Sólo se necesita polarizar y una mecha, larga o corta, para desatar los enfrentamientos violentos. 

​Los nacionalismos son particularmente dados a este fenómeno. Los Nazis vieron en los homosexuales varones una raza degenerada que consideraban débil y que no iban a procrear hijos para el Reich. Desde la invasión por la SA al Centro de la Sexualidad que acabó con un archivo de estudios y pensamientos valiosísimos sobre sexualidad y que dio la primera lista de objetivos a ser eliminados con sus registros en 1933 y siguió escalando hasta perderse en los campos de concentración. 

​En el nazismo los homosexuales podían ser arrestados y no tenían derecho a juicio, inmediatamente pasaban a ser confinados y exterminados eventualmente. Muchos médicos usaron diferentes técnicas para “corregir” o “curar” su homosexualidad y una salida fácil era castrarlos, a lo que muchos accedían a cambio de que cesara la persecución o el confinamiento o la inevitable ejecución. 

​Las cosas no han cambiado tanto en el planeta. Muchos países en diferentes continentes siguen penalizando la diversidad con castigos que van desde tortura o violencia hasta la cárcel y la pena de muerte. 

​Por eso la democracia es tan importante que no se polarice, que no haya grupos mayoritarios que dicten las normas políticas y morales en una forma totalitaria o de bloque. Entre mas dividida esté en sectores de pensamientos diferentes que ganen con mayorías mínimas más rica es. Los votos masivos nos ponen en el riesgo de cambiar de Guatemala a Guatepeor. En estas elecciones la oposición es el PAN y ese partido es derecha y no tiene una atención para la diversidad. Un voto masivo a ciegas es tan peligroso como un gobierno totalitario y absolutista que se apuntala con el brazo armado de la Nación. No quiero decir voten por tal o no voten por cual. Menciono al Partido Acción Nacional porque es la opción opositora al que detenta la mayoría en las cámaras. Pero no es una opción que a la diversidad nos favorezca por mucho que lo pinten de esa manera. Debemos prepararnos a no sostener el rumbo que se perfila con la 4T que responde al Ejecutivo como si se tratara de la Silla de Pedro que es incuestionable. Entiendo que es un movimiento creado en derredor de su líder fundador, pero detentar el poder absoluto es el camino a la tiranía inevitable. Ya lo vivimos con una dictadura de partido con el PRI. Una guerra con el PAN y una posible estadía de MORENA de varios sexenios. Lo importante es que no se satanice a ningún sector por parte de ningún grupo. Sean los Trans, las feministas, los gays, los bisexuales, las lesbianas, los que sean. Hasta los fifís y los chairos. Todo antagonismo debe ser negociado y no enfrentado con agresiones e insultos. 

​Entendamos que el hecho de que pensemos diferente es una riqueza invaluable, el hecho de que amemos diferente lo es todavía más. El hecho de que nazcamos y crezcamos diferentes es una revolución liberadora en el cuerpo de cada disidente del género y las personas no binaries. Lo diferente es rico cuando se unifican en una Nación.

Post Author: anodis