Por Antonio Medina @antoniomedina41
Lejos de la rebeldía que la caracterizó cuando salió por vez primera a las calles de la Ciudad de México el 29 de junio de 1979, la 44 Marcha del Orgullo LGBTTTI realizada hace un par de semanas, evidenció la docilidad y subordinación de varios liderazgos de un movimiento social que durante muchos años luchó por una visibilidad transgresora de un sistema heterosexista, patriarcal y misógino que castiga la diferencia.
La llegada de algunos de sus integrantes a las esferas gubernamentales significó para el activismo LGBTTTI el inicio de un proceso de pérdida de autonomía que ha contribuido a mermar su combatividad ya de por sí lacerada por un mercantilismo voraz de sus causas y demandas.
Indudablemente, de 1979 a la fecha han ocurrido grandes avances políticos y legislativos en beneficio de las personas LGBTTTI. Sin embargo, la cada vez mayor visibilidad de estas poblaciones poco ha logrado en materia de cambios culturales que les permitan vivir libres de violencia y discriminación, por el contrario, el odio y la exclusión se afianzan sin control.
Una vez concluido el llamado Mes del Orgullo, urge que el activismo LGBTTTI replantee sus objetivos y el cauce de una movilización social que peligrosamente transitó de la subversión a la sumisión, y que acalle el canto de las sirenas que disciplinó a muchas de las otrora conciencias revolucionarias.
Cada vez más multitudinaria, la Marcha del Orgullo LGBTTTI en nada ha modificado la realidad de violencia y exclusión de miles de personas de la diversidad sexual. En toda la geografía nacional cotidianamente se registran situaciones que así lo demuestran.
Recientemente en la Ciudad de México, un hombre golpeó con un ladrillo a dos mujeres que se besaban, les propinó puñetazos y patadas. El ataque quedó grabado por cámaras de seguridad en Coyoacán, lugar en donde ocurrieron los hechos.
En Puebla, el odio contra las personas LGBTTTI rebasó toda proporción cuando en Tehuacán, a través de la aplicación de mensajería Telegram, se creó un grupo denominado “Mata Putos Tehua” con el objetivo de “acabar con la plaga de homosexuales en nuestra ciudad”.
En Chihuahua, el derecho del colectivo de la diversidad sexual para acceder a la justicia nuevamente fue vulnerado cuando este viernes un juez declaró inocente a Iván Arturo G.P., señalado como el asesino de Mireya Rodríguez Lemus, mujer transgénero con destacado trabajo en defensa de los derechos humanos, esto a pesar de que la Fiscalía Especializada en Investigación de Violaciones a Derechos Humanos y Desaparición Forzada lo había acusado por homicidio agravado por razón de género y robo con penalidad agravada.
Las LGBTfobias persisten a través de los discursos de odio lanzados por quienes desde distintos ámbitos niegan derechos, orientaciones sexuales e identidades de género, que en micro espacios de convivencia social vulneran la dignidad y la vida de las personas LGBTTTI.
Por lo anterior, para la Dirección Nacional de Diversidad Sexual del Partido de la Revolución Democrática (PRD), es prioritario reivindicar eventos emblemáticos como lo es la Marcha del Orgullo, antaño contestataria y que fungía como plataforma de denuncia social, para así contrarrestar la banalización y frivolización extremas que son consecuencia de un espejismo libertario alimentado por el mercado y la extrema cercanía con una esfera gubernamental que única y exclusivamente busca el lucro político.
- Director Nacional de Diversidad Sexual del PRD.