Por Roberto Zedillo Ortega (@soykul)
La semana pasada, un video de una persona no binaria que exigía respeto en clase hacia su identidad de género se volvió viral. Más que empatía, el caso suscitó una serie de burlas y acoso en redes, así como apelaciones frecuentes al uso “correcto” de la lengua. Estas reacciones —además de preocupantes en sí mismas— son muestra del amplio rechazo hacia las identidades de género no normativas; en otras palabras, hacia quienes se apartan de la cisgeneridad.
En nuestro país, las personas que no son cisgénero se enfrentan de hecho a una discriminación estructural. Esto significa que generalmente se encuentran con barreras para ejercer todos sus derechos solamente por ser quienes son. Los obstáculos aparecen reiteradamente en todos los ámbitos: desde las familias hasta las escuelas, desde los empleos hasta los hospitales. El resultado son brechas en el acceso a la escuela, a empleos dignos, a prestaciones de salud, a vidas libres de violencia y un largo etcétera.
La evidencia que existe al respecto es muy clara. En principio, en la Encuesta sobre Discriminación por motivos de Orientación Sexual e Identidad de Género (ENDOSIG) 2018 del Conapred, 74% de las mujeres trans, 75% de los hombres trans y 80% de quienes tienen alguna otra identidad de género no normativa (p. ej. no binaria, género fluido, queer…) señalaron haber vivido algún acto de discriminación tan sólo en los doce meses anteriores. Esto es más alto que las tasas reportadas entre personas gay, lesbianas, bisexuales o con alguna otra orientación sexual disidente.
En cada ámbito específico, las cifras son igual de alarmantes. En su propia colonia, seis de cada diez hombres trans y siete de cada diez mujeres trans o personas con alguna otra identidad de género no normativa dijeron haber recibido comentarios negativos en la adolescencia por ser quienes son. En el caso de las escuelas, 23%, 41% y 37% de las mismas poblaciones señalaron haber recibido agresiones físicas por su identidad de género. Dadas estas experiencias, no resulta sorprendente que la mitad de los hombres y mujeres trans, así como seis de cada diez personas con otras identidades no normativas, oculten actualmente su verdadera identidad de género en el trabajo.
Como he subrayado en otras ocasiones, ninguna de estas expresiones de la discriminación surge en un vacío. Una de las bases más sólidas que explica su origen y permanencia son precisamente los prejuicios y actitudes excluyentes, así como las “bromas” denigrantes, la ridiculización y los insultos. El cúmulo de mensajes que inundó las redes sociales hace unos días es evidencia clara de la magnitud de la aversión mexicana hacia las identidades de género no normativas, y en particular las no binarias.
Ante esta situación, es indispensable fortalecer el impulso a la lucha por la igualdad en diversos frentes. Sobre todo, se vuelve prioritario promover una transformación cultural. Además de las acciones de los activismos y las organizaciones de la sociedad civil, es fundamental el respaldo decidido del propio Estado. De otra manera, la sola exigencia de respeto seguirá encontrándose con “chistes”, burlas y memes, que contribuirán a normalizar la discriminación y la violencia.
Roberto Zedillo Ortega (@soykul) es especialista en igualdad y no discriminación. Cuenta con una licenciatura en ciencia política y relaciones internacionales por el CIDE, así como con una maestría en sociología por la Universidad de Cambridge. Ha asesorado la conformación de esfuerzos para la inclusión en instituciones como el Conapred y CulturaUNAM. Tiene experiencia en consultoría, investigación y docencia, así como varios libros, artículos y textos de difusión acerca de la discriminación. Su publicación más reciente es el informe Cohesión social: hacia una política pública de integración de personas en situación de movilidad en México (CIDE, 2020), que coordinó con Alexandra Haas y Elena Sánchez-Montijano. Escribe en Anodis cada semana.
Roberto Zedillo Ortega (@soykul) es especialista en igualdad y no discriminación. Cuenta con una licenciatura en ciencia política y relaciones internacionales por el CIDE, así como con una maestría en sociología por la Universidad de Cambridge. Ha asesorado la conformación de esfuerzos para la inclusión en instituciones como el Conapred y CulturaUNAM. Tiene experiencia en consultoría, investigación y docencia, así como varios libros, artículos y textos de difusión acerca de la discriminación. Su publicación más reciente es el informe Cohesión social: hacia una política pública de integración de personas en situación de movilidad en México (CIDE, 2020), que coordinó con Alexandra Haas y Elena Sánchez-Montijano. Escribe en Anodis cada semana. |