La relación de amistad que existía entre Freddie Mercury y Lady Di era una de las más extrañas y curiosas que se recuerdan. En un primer momento, cuesta entender cómo dos personas de mundos tan distintos habían encajado tan bien y disfrutar de muchos momentos juntos. Sin embargo, ambos se movían en círculos culturales distinguidos en los años 80 y varias noches coincidieron juntos en fiestas.
En esa década, Diana Spencer entró en la realeza británica después de casarse con el príncipe Carlos. Era conocida por todos la espontaneidad y naturalidad de Diana, algo que siempre incomodó a la institución, pero que hizo que fuera querida por todo el país.
Desde el primer momento, Diana se interesó por la cultura popular de la época, y era bien sabido por todos los gustos musicales de la princesa, que iban desde Bryan Adams, Michael Jackson, Dire Straits a Tina Turner o Duran Duran. Además, tuvo la suerte de codearse y hacer amistad con grandes estrellas del pop, como George Michael, Elton John y, por supuesto, su amigo Freddie Mercury.
De hecho, tal y como cuenta el diario británico The Sunday Times, hay una leyenda urbana que poco a poco ha sido corroborada según la cual una anécdota los habría unido más que ninguna otra.
Fue una noche de 1988, cuando la princesa se encontraba con una amiga, la actriz Cleo Rocos, en casa del comediante Kenny Everett. Allí se encontraba Freddie Mercury y varias personalidades de la cultura y el arte ingleses. A una hora determinada, Rocos le preguntó al líder de Queen qué planes tenía para continuar la noche, y este le indicó que iría a un club gay llamado Royal Vauxhall Tavern.
Diana tenía 27 años en aquel momento, ya era madre de los príncipes William y Harry y quería acompañarlos. No era una buena idea para sus amigos, porque en ese momento era una de las mujeres más famosas del mundo y los paparazzis la perseguían por todas partes. Sin embargo, tal y como cuenta Cleo Rocos en el libro El poder virtuoso de la bebida (2013), Freddie tuvo una idea con la cual Diana resultaría completamente desconocida.
Así fue como vistieron a Diana con ropa de camuflaje, una gorra de cuero y unas grandes gafas oscuras para tapar su cara y que nadie la reconociera. Una recreación que compartió el periódico inglés The Daily Mail. “Cuando entramos, nosotros sabíamos obviamente que era la princesa Diana y que podía ser reconocida en cualquier momento. Pero la gente simplemente la ignoró. Ella parecía haber desaparecido. Y eso le encantó”, escribió Rocos en su libro.
Según contó la actriz, la presencia de Mercury y Everett desvió la atención de los presentes y la princesa incluso pudo pedir bebidas sin ser reconocida: “Avanzamos entre apretones a través de hombres con tangas de cuero hasta llegar a la barra. Diana y Freddie no se podían aguantar la risa, aunque ella fue capaz de pedir un vino blanco y una cerveza”.
Según el citado diario, no fue la única vez que la princesa salió de incógnito para disfrutar de la noche londinense. Fueron más las ocasiones en las que pudo divertirse con su amigo Freddie sin preocuparse de ser reconocida y dejando la corona a un lado durante unas horas.