La agenda de la diversidad y el lenguaje incluyente

Por Fabiola Díaz de León

Por mucho tiempo la agenda de la diversidad ha sido un eterno debate entre las diferentes facciones que la conforman. Pareciera que se han logrado victorias porque se cuenta con avances legislativos como el matrimonio igualitario, la ley de identidad de género, la misma con foco en las infancias trans, algunos servicios de salud… Los derechos reproductivos se cuecen aparte. La aparición del término personas gestantes ha causado mucho revuelo, como lo deben causar los cambios sociales de peso.

Resulta importante destacar que en México las victorias de la diversidad en materia de derechos humanos no son a nivel federal. Se va sumando territorio, pero el consenso, aún cuando lo dicte el Ejecutivo y ratifique la Suprema Corte de Justicia de la Nación no tiene impacto si no se refleja en la sociedad. Y el deber ser que entienden los grupos que se resisten a entender que el siglo XXI es el siglo de la identidad y que ésta es tan libre y soberana como lo es México. 

Yo, tú, ustedes y nosotros podemos y debemos exclamar a los cuatro vientos con qué identidad nos autoproclamamos. Las poblaciones disidentes de la sexualidad hetero y la visión limitada a la postura biologicista de no permitir y asumir la existencia de personas genero divergentes y que no se identifican en el binario masculino y femenino merecen un lugar en toda sociedad como cualquier otrx ciudadanx. 

La defensa y promoción de modificar el lenguaje con nuevas realidades que no caben en las academias lingüísticas y en los diccionarios (hasta ahora) son la punta de lanza que harán que en un futuro su existencia quede reflejada en los libros que dictan el deber ser, el canon o el dogma que rija a una sociedad que incluya a todxs. 

La ofensa o el humor a costa del llamado lenguaje incluyente o inclusivo solo refleja la ignorancia de corporalidades que se han visibilizado durante 51 años de luchas y protestas para dejar de ser perseguidos por no entrar en la “norma”. Usar el español de manera correcta no es una religión ni una regla inamovible. No escogemos qué idioma vamos a hablar cuando nacemos. Podemos escoger la manera que queremos usar para expresarlo de la mejor manera que refleje la realidad individual de cada persona. La inquisición de la lengua que descalifica usando reglas de un idioma que ha sido cambiante desde su origen y que Alfonso X “El Sabio”lo unificó en su reino y que en México nos fue impuesto por una conquista que cumple 500 años mientras escribo esta columna; es un anacronismo que se puede desechar tan fácil como la aparición de la palabra computadora y todo su rango de expresiones para entender un mundo en el que la tecnología se fue haciendo accesible a más poblaciones en todos los idiomas del planeta. 

El lenguaje se deriva del discurso de cada sistema de pensamiento, tan particular como una huella digital y tan cierto como que todxs la tenemos. La palabra existe para comunicarle al mundo inmediato, público y privado, quienes somos y qué queremos. No importa el idioma que hablemos, su fin es el mismo, transmitir un mensaje. Ordenar el pensamiento. Decir aquí estoy y soy Fabiola y pienso esto sobre el tema que sea. 

Imponer una sola forma de manera de hablar como correcta para más de 130 millones de mexicanos es fascista y egoísta. Clasista y discriminatorio. Partir de la base de que mi manera de hablar es la correcta y, por ende, todxs tienen que hablar como yo es no tener idea de que el mundo es un conglomerado de ideas que se intercambian en todo momento, con los demás y con unx mismx. El uso de la X que marco es para darle la libertad a quien me lee de usar libremente el femenino, masculino o neutro. Llamar a la gente por su rango académico, nombre y apellido, apodo, pseudónimo, nombre artístico o cargo es darle a la persona el lugar que se ha formado en el mundo. Lo mismo es reconocer la libertad de cada persona de escoger sus pronombres.

Estar informado en el siglo XXI quiere decir que entendemos términos que promueven la identidad individual para la humanidad sin diferencia. Que, si bien podemos ignorar muchas realidades a título personal, no las podemos negar a nivel general ya que los medios y las artes y todo tipo de documentación y testimonio da cuenta de que otras realidades existen y que por ello el uso del idioma se deberá adecuar a la forma que decidan les representa de la mejor manera. 

Ningún cambio es bien aceptado, dice el dicho que “no soy monedita de oro pa caerle bien a todos”, no, mucha gente preferiría no tener que tomar en cuenta a otros humanos que viven una realidad que desconocen por completo. Pueden ser personas que no comparten nuestra capacidad educativa,económica, social, étnica, sexual, de género, de religión, de filosofía, de postura política… todxs tenemos derecho a tener una opinión, como todxs tenemos un ombligo, ese no es el problema, el problema es que nuestra opinión violente los derechos de terceros por la razón que sea. Especialmente si tú no vives esas desventajas que llevan a poblaciones a autodenominarse porque las identidades existentes no les representan.

La defensa del libre uso del lenguaje es un pendiente en la agenda de la diversidad.

Post Author: anodis