Por Antonio Medina *
@antoniomedina41
Conocida en el mundo por su arraigada actitud homófoba, la afición mexicana contribuye a estigmatizar todo aquello que en los estadios de fútbol sale de los cánones heterosexuales. El miedo al rechazo y a ser excluidos de los equipos ha impedido a cientos de jugadores mostrar abiertamente su homosexualidad.
La homofobia en el fútbol no es reciente, mucho menos en el balompié mexicano donde la palabra “maricón” y la frase “pateas como nena” han estado profundamente arraigadas como una manera de insultar al rival y así influir en su estado de ánimo.
Apenas hace unos años, la Federación Mexicana de Fútbol (FMF) inició campañas para contrarrestar el ya famoso grito “puto” lanzado por la afición azteca tanto en torneos nacionales como internacionales. La acción no fue consecuencia de una repentina sensibilización de los burócratas del fútbol mexicano, sino de las cuantiosas multas económicas impuestas por la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA).
Las campañas de inclusión de este organismo internacional han logrado visibilizar a la homofobia como un problema cultural y global, pero pierden credibilidad cuando otorga la sede del máximo torneo mundial a un país como Qatar, claramente homófobo y opositor de los derechos de las personas LGBTTTI.
Por ello, la decisión de la FIFA de abrir un expediente en contra de la FMF por supuestos cánticos discriminatorios lanzados por la afición azteca durante el partido contra Polonia, más que un compromiso por erradicar la homofobia, se asemeja más a un mero acto de corrección política.
La incongruencia de la FIFA es evidente pues en 2010 no dudó en otorgar la sede mundialista a un país que criminaliza y estigmatiza a las poblaciones de la diversidad sexual, y que además castiga las relaciones entre personas del mismo sexo con penas de hasta siete años de prisión.
El doble rasero con el que la FIFA mide el respeto a los derechos humanos le resta credibilidad a la acción emprendida contra la FMF, pues mientras omite la falta de libertades en Qatar, amenaza a México con multas e incluso la descalificación por un cántico de la afición tricolor.
La FMF y la Selección Mexicana podrían retomar el ejemplo de la escuadra de Alemania, la cual, previo al encuentro contra Japón se tapó la boca en protesta por la prohibición de utilizar el brazalete One Love que defiende la libertad, la diversidad y la tolerancia. Una acción de esta índole mandaría un fuerte mensaje a la afición mexicana e incluso sería más funcional que los débiles intentos de la FMF por erradicar la homofobia de las canchas de fútbol.
La actitud de la FIFA es caricaturesca y hasta bochornosa, pues por un lado avala la violencia ejercida por Qatar contra las personas LGBTTTI y omite la vulneración de los derechos y las vidas de las mujeres -quienes están bajo una absoluta tutela masculina-, y por el otro se indigna ante gritos o cánticos, que si bien pueden resultar ofensivos, son igual de graves que las acciones emprendidas por las autoridades qatarís para reprimir la disidencia sexual.
- Director nacional de Diversidad Sexual del PRD.