Editorial: La narrativa del éxito como semilla de esperanza

La esperanza muere al último. Sí. Pero la esperanza también puede generar espejismos. Así lo vemos con los pasos dados en la caminata por la defensa de los derechos de las personas que viven con VIH.

El maratonista iniciado suele considerar un éxito cada vez que supera su propia marca, ya sea en tiempo o en distancia recorrida. El maratonista consumado, sin embargo, sabe que el éxito solo está cruzando la meta.

Hay que celebrar, aplaudir, que el activismo combativo del que fuimos testigos a las afueras del Senado de la República logró inéditas reuniones con las autoridades mexicanas en materia de salud. Y también logró, pese a la ausencia de ciertos liderazgos sociales, firmas importantes sobre algunos acuerdos que expresan excelentes intenciones.

¿Debemos considerarlo un éxito? No. Se trata de un trabajo productivo, altamente productivo, pero no un éxito. Todo comenzó para oponerse a la reforma legislativa que transfiere recursos supuestamente excedentes del Fondo de Salud para el Bienestar, 33 mil millones de pesos, a la Secretaría de Hacienda con destino incierto.

Tras aguerridas manifestaciones, el objetivo inicial no se logró aunque, a punta de empujones, el Senado de la República abrió sus puertas y los activistas estuvieron frente a frente con legisladoras y legisladores y con servidores públicos de primer nivel, quienes sirvieron en la mesa una generosa cantidad de atole con el dedo.

¿Dónde radica entonces la importancia de los recientes acontecimientos? En la semilla que se ha sembrado. Un germen de protesta, un símbolo de indignación traducida en diálogo, un antecedente de lucha firme y decidida ante un panorama desolador.

Según cifras del INEGI, en 2019 crecieron las muertes por VIH/SIDA. En ese año, los fallecimientos relacionados a esta pandemia fueron 5 mil 323, equivalentes a una tasa de 4.2 casos por cada cien mil personas.

Dichas cifras evidencian un “rebrote” en los últimos dos años. Y es que de 2011 a 2016 se había conseguido descender la tasa de 4.4 casos a 3.8 casos; para 2017 se mantuvo en el mismo nivel, pero en 2018 ascendió a una tasa de 4 casos y en 2019 los ya referidos 4.2 casos.

Para este año la cosa no pinta mejor. Pese a que han sido múltiples, frecuentes y consistentes las denuncias de desabasto de medicamentos antirretrovirales y la falta de estudios clínicos de seguimiento a personas que viven con VIH, el gasto destinado en 2021 a la salud no crece en el IMSS, ni en el ISSSTE. Y los 33 mil millones del Fondo de Salud para el Bienestar no se ven reflejados en nuevo gasto funcional en salud.

De ahí la relevancia del activismo combatiente que no frenó la ordeña de recursos del Fondo de Salud pero sí logró una interlocución esperanzadora. Que su energía sea basta y amplia su capacidad para recordarle al gobierno los acuerdos, porque frente a la crisis sanitaria que vivimos y que se recrudecerá, más vale aferrarse a la idea de que la esperanza muere al último, incluso después que las personas.

Post Author: anodis