Ante los recientes hechos, resulta profundamente preocupante la situación actual en México en relación a la protección de los derechos humanos de la población de la diversidad sexogenérica.
En primer lugar, hemos visto con repudio la alianza entre la oposición (PAN, PRI, PRD) y los partidos en el poder (Morena, PT y PVEM) para atentar contra el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación y, de paso, amenazar las acciones afirmativas en favor de los grupos históricamente discriminados.
Esta situación representa un serio retroceso en los avances logrados en materia de derechos humanos en el país.
Pero aún más preocupante es el letargo de los activismos de la diversidad sexogenérica, que no han logrado hacer frente a las fuerzas conservadoras que buscan restringir los derechos de la población LGBTIQ+.
La falta de acción por parte de las personas activistas, con honrosas excepciones, deja el camino libre a los grupos conservadores, lo que puede resultar en un grave retroceso en los avances logrados en la protección de los derechos humanos de nuestra población históricamente discriminada.
Está claro que se avecinan tiempos aciagos, en los que predominará el odio, la polarización y el conservadurismo. Ejemplos de ello ya se están dando en otros países y es preocupante que se esté siguiendo ese camino en México.
Este ambiente hostil puede resultar en una restricción de nuestros derechos y un retroceso en los avances logrados en diversas materias: civil, salubridad, política electoral, etcétera.
Así las cosas, es urgente la reorganización de los activismos y de la sociedad civil de las disidencias sexuales, con base en el profesionalismo y la argumentación jurídica. Es necesario que se actúe de forma interseccional para hacer frente a la situación actual y salvaguardar los derechos humanos de nuestra población.
