Por Antonio Medina Trejo
¡Qué bien por Frida quien hoy es una mujer trans libre! Luchó para que la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) reconociera su identidad de género ¡y lo logró! * (anexo video de reportaje de su historia)
Ella, como muchas mujeres y hombres trans, no deben ser invisibilizadas ni rechazadas por discursos emanados de la ignorancia y de un conservadurismo empeñado en excluirlas del ejercicio de sus derechos a través del estigma y la incitación al odio que no pocas veces culmina en crímenes que acaban con sus vidas.
A ninguna persona trans, incluidas las y los menores de edad, se les debe negar su derecho a ser y existir. Los beneficios legales, sociales y políticos que el Estado mexicano consagra en sus leyes, deben ser, sin excepción, para todas las ciudadanías que habitan el territorio nacional.
La defensa por el reconocimiento de su existencia que históricamente han sorteado las personas trans, de ninguna manera suplanta o borra a nadie, mucho menos a las mujeres heterosexuales, que representan el 52 por ciento de la población; simplemente reiteran el llamado a dignificar y respetar su integridad y el ejercicio pleno de sus derechos, tal como se ha logrado en algunos países libres y democráticos en los que preceptos como la igualdad, la equidad y la legalidad, son también valores democráticos que fortalecen la convivencia del amplio abanico social.
En este escenario, es imprescindible cerrar paso a ideas que, sustentadas en el prejuicio, equivocadamente son intolerantes con la diversidad sexual y peligrosamente infiltran movimientos políticos y ciudadanos progresistas para negar derechos a quienes no consideran que deban tenerlos.
La lucha de las poblaciones trans por los derechos y las libertades siempre ha sido visible. Sus cuerpos e identidades permanentemente han abierto el frente de batalla política, social, legal y cultural del movimiento de reivindicación de las disidencias sexuales.
La violencia verbal ejercida en su contra con términos y frases lacerantes de su dignidad, provoca agresiones en los micro espacios de convivencia social que generan burlas, negación de servicios salud, educación y justicia; exclusión en ámbitos privados y públicos, estigmatización mediática, discriminación laboral, violencia física, y en caso extremos, transfeminicidios.
Hoy, como un hombre gay aliado de las personas trans por más de dos décadas desde el activismo, el periodismo y la academia, cierro filas en favor de su dignidad como personas, como ciudadanas y ciudadanos de nuestro país que deben ser respetados y respetadas y garantizados todos sus derechos. Rechazo tajantemente que se les violenten y nieguen sus existencias, y que se fomenten narrativas conspiracionistas desde espacios de poder simbólico y político, que pretendan retroceder en los logros legislativos y de políticas públicas que les han incluido hasta el momento.
Mi apuesta es al diálogo respetuoso, informado e inteligente que permita entender con razones y argumentos el rotundo no a la invisivilización las personas trans y la negación de sus derechos, y garantizar el avance y evolución de la progresividad de derechos y libertades para todas y cada una de las personas que formamos el gran crisol social de México, entre ellas: niños, niñas, adolescentes, mujeres y hombres trans.