La deuda gay

Por Braulio Peralta

El documental La muerte y la vida de Marsha P. Johnson, dirigido por David France es una cachetada directa y sin reparos al sistema judicial de Estados Unidos, pero también al movimiento homosexual y lésbico, que hoy se conoce por sus siglas, LGBTTT+. Porque nos muestra clasistas, racistas e insolidarios. Porque poco o nada hacemos contra crímenes que se cometen en nuestra comunidad —muy especialmente a travestis, transexuales y transgénero—, justo los que provocaron la marcha del orgullo gay en Nueva York, en 1969, y después en todo el mundo.

Duro, sin concesiones, el filme retrata la vida de Marsha y Sylvia Rivera, quienes estuvieron en el bar Stonewall en Nueva York quemando patrullas de la policía cuando las sacaron del lugar. Marsha apareció ahogada en las aguas del río Hudson en 1992. Hasta ahora nadie sabe de su muerte y todos piensan que la asesinaron. Sylvia Rivera aparece viviendo como indigente en la orilla del mismo río, hasta que en 1996 la rescata un grupo lésbico, de apoyo. Los crímenes contra los que conforman las tres “T” de nuestras siglas son asesinadas constantemente en Nueva York y apenas sabemos de esas noticias en el mundo. Vea el filme en Netflix.

¿Y qué pasa en México? Igual asesinan a mujeres “trans”, 20 en lo que va del año —hasta abril —, según Letra S. Por eso no sorprende leer en Facebook lo escrito por Alaín Pinzón, del grupo VIHve Libre:

“Quiero ser honestx con ustedes. Me gustaría que supieran que para muchas personas, incluida yo, este día (27) no es ninguna celebración. No se asemeja en lo más mínimo a eso. Me niego a celebrar mientras haya crímenes de odio, me niego a celebrar en un lugar donde hay discursos de odio, me niego a celebrar donde no hay igualdad, donde se calla el VIH por miedo y se recrimina el afeminamiento. Me niego a celebrar donde lo masculino es la norma y lo individual va por encima de lo comunitario. No voy a celebrar, me voy a obligar a seguir existiendo”.

Fue más allá que solo vivir en redes: salió con su grupo a manifestarse al Zócalo y cerraron Pino Suárez con valor y coraje. Actos que uno tendría que aplaudir: luchar por derechos humanos, no por migajas de comprensión. El orgullo gay hay que demostrarlo.

¡Todos somos Marsha!

Fuente: https://www.milenio.com/opinion/braulio-peralta/la-letra-desobediente/la-deuda-gay

Post Author: anodis