Por Fabiola Díaz de León @escdesenoritas
En la foto vemos a Molly Webster, bióloga y reportera especializada en ciencia, hablando sobre el tema del sexo y como se descubrieron en 1891 y en 1901 lo que conocemos y mantenemos desde el punto de vista biologicista como el origen biológico de los cromosomas x y y. Ambos descubrimientos se vieron en un microscopio estudiando insectos.
Viendo las células vieron que una mancha negra al centro se dividía y multiplicaba y de ahí nos viene el término de la materia x, diez años más tarde otra científica norteamericana ubicó la variable y.
Se entiende entonces que el cromosoma x es femenino y el y masculino y que no hay más que dos sopas: xx para mujer y xy para hombres.
Webster afirma que de el último par de cromosomas en la secuencia del ADN (el 23) que se conoce como el cromosoma del sexo, ya que 11 cromosomas los aporta un progenitor y 11 el otro dejando al último, el 23, que se conforma de 1100 diferencias sólo el 4% de ello define el sexo si lo vemos como las gónadas que tendrá ese ser vivo, esto es que o se tienen ovarios o testículos que producen hormonas que determinan el sexo. Hace hincapié en que el género no se relaciona con esto ya que es definido por la identidad y no la biología.
Durante décadas, hasta los 60, se mantuvo que solo existía la combinación xx para las mujeres y la xy para los hombres, pero comenzaron a investigar la genética y apareció primero un xyy que causó conmoción pues el estudio se hizo en hombres privados de la libertad y se asoció con comportamientos violentos llegando al grado de contemplar la idea eugenésica de abortar a los productos xyy. Esto, por fortuna, fue descartado y ahora sabemos que las combinaciones del fenotipo son muchas y sus variantes en el impacto de quien los tiene no se pueden enmarcar en la generalización. En la siguiente imagen las combinaciones del fenotipo masculino y el femenino.
Existen hombres, como pueden ver, con múltiples x y mujeres con xy o xyy, lo que nos llevaría a concluir que la x es compartida por todos los seres y que la y no. La x es la que se considera el plano de la vida. No es privativa de las mujeres sino de la vida en general y por ende de la humanidad.
Con esto concluye que: la combinación de los cromosomas no determina a simple vista ni de manera general el sexo de una persona. El sistema binario de hombre/mujer, con lo anterior, esta demostrando que la sociedad y las muchas autoridades e instituciones que sostienen un argumento biologicista del hombre y mujer no se sostiene científicamente en nuestros días y que a nivel sexo, hablando médica y legalmente, no basta con revisar el exterior de la genitalia al nacer el humano. Si la biología misma está abriendo la ventana a nuevas realidades y que no definen al género ya que este se liga a la identidad de la persona y no a sus características biológicas de manera privativa se puede pensar que las personas género divergentes son una realidad que la biología misma no refuta.
Sirva esta realidad para que en la actualidad y en un futuro las personas no binaries y trans puedan ejercer su identidad sin ser cuestionadas y discriminadas con argumentos de hace más de un siglo.
El sexo biológico no es un sistema únicamente binario, es una variante muy extensa que sostiene lo que en la diversidad hemos visto durante toda su historia y que en la biología y el estudio de la vida se puede constatar como absolutamente diverso. No debemos generalizar la visión en masculina y femenina como una verdad absoluta, existen muchas escalas de grises entre uno y otro.
Esto nos explica lo que hemos venido viviendo como sociedad y la visibilidad que realidades fuera del sistema binario se presenten cada vez con mayor frecuencia. Los argumentos anteriormente presentados por Molly Webster nos permiten la liberación del sistema binario de los sexos como una verdad absoluta ya que es la misma ciencia la que concluye que no hablamos de dos posibilidades sexuales en toda la vida del planeta sino de muchas.