Onã Rudá fundó la Torcida LGBTricolor en septiembre de 2019 con el respaldo del Bahia, en donde hoy en día buscan por hacerse un hueco en las gradas de los estadios de Brasil.
Los quince integrantes de la hinchada -un número distante de las populosas fanaticadas brasileñas- pueden ir sin problemas a las gradas con banderas o camisas arcoíris.
En 2021, se registraron al menos 16 casos entre agresiones físicas, verbales o cánticos de homofobia en los estadios, una cifra que puede ser mayor porque las víctimas no siempre denuncian, según un reporte de Canarinhos LGBTQ.
Casi todos los principales clubes de Brasil tienen al menos una hinchada arcoíris, surgidas principalmente en esta década, la aplastante mayoría concentra sus acciones en redes sociales debido al miedo a acudir a las canchas.
Además de Bahia, apenas la fanaticada del Vasco da Gama de Rio de Janeiro (Vasco LGBTQ+) va al campo sin esconder sus orientaciones sexuales.
Algunos otros encuentran refugio individualmente en hinchadas antifascistas, como la Tribuna 77 del Gremio de Porto Alegre.
Las fanaticadas LGBT miden su fuerza según el número de seguidores en internet y suelen hacer activismo político, especialmente de izquierda es por eso que algunas prefieren ser reconocidas como colectivos.
