El camino inesperado, una historia de autodescubrimiento gay

Por Cintia Fernández

Reseña «El camino inesperado», de Alejandro Monreal

Eloy es un chaval de 16 años que vive en un pequeño pueblo manchego, pasa muchas horas jugando a la consola y su mejor amigo, David, acaba de echarse novia. También le han operado un montón de veces por un problema en las piernas y tiene la esperanza de, pronto, poder dejar la silla y las muletas y caminar por sí solo. Un día se cruza con Gabriel, otro chaval del pueblo, y todo lo que creía seguro se pone patas arriba.

Vale, ¿y qué me ha parecido?: Quizá suene exagerada, pero esta novela es una de las mejores cosas que me han pasado este año. Tuve la gran suerte de que su autor, Alejandro Monreal, contactase conmigo para que se la corrigiese, y, así, pude conocer a Eloy, un chaval de 16 años con problemas de movilidad, un amigo bastante guay y muchas inseguridades.

La historia de Eloy es una historia de autodescubrimiento en un pequeño pueblo manchego donde todos se conocen y hay poco espacio para ser tú mismo si te sales de la norma. El autor consigue que me sienta identificada con él, aunque nos separen veinte años y nuestras experiencias adolescentes hayan sido muy diferentes, porque Monreal recurre a miedos, inseguridades y aspectos que, aunque a veces creamos que solo tenemos nosotros, son universales: esa búsqueda de uno mismo, el temor al rechazo, la dificultad de sentirse diferente, ese querer complacer a los padres…

«Deambulo un rato por las calles de la aldea, que no es decir mucho, mirando lo iguales que son todas las casas. Es algo que ya sabía, pero, al verlas así, todas de golpe, me hace pensar que la gente que está dentro acaba por vivir vidas idénticas entre sí, como sus casas. Como si el lugar en el que uno nace te marcase el futuro para siempre. Pensar en ello me da un poco de miedo. Aunque creo que lo que más me produce es tristeza. No sé si más por ellos o por mí».

Todo ese proceso, ese camino inesperado que Eloy recorre a lo largo de la novela, está muy bien tratado. Desde que se fija en su mejor amigo, David (ay, lo quiero mucho), y saltan todas las alarmas, las «investigaciones» en internet para saber qué le está ocurriendo, el sueño recurrente que tiene y que guarda una gran metáfora, hasta la evolución de su relación con Gabriel tras las primeras veces viéndolo por la ventana de su habitación. Pero, también, la manera en la que el autor maneja los problemas de movilidad de Eloy es fantástica. Somos testigos de sus dificultades para caminar y de esos pequeños progresos que, poco a poco y con mucho esfuerzo, va logrando. Es real y emocionante.

Eloy es uno de esos personajes a los que recordar con cariño, del que quieres ser su amiga y achuchar fuerte. Eloy, con sus batiburrillos de playlist, su sentido del humor inesperado, sus hilos mentales, sus maratones de videojuegos, sus problemas para caminar y el enorme trabajo para aprender, su aceptación como parte del colectivo LGBT… Tratar en una novela juvenil la discapacidad funcional y la homosexualidad, con la naturalidad que se merece y el buen trabajo que hace el autor, no solo me parece importante, sino también admirable, y me hace tremenda ilusión haber participado en la corrección de una historia así.

El camino inesperado desprende realismo a raudales en cada escena, en cada pensamiento de Eloy, en cada detalle. ¡En cada conversación! En más de una ocasión tenía la sensación de estar espiando a cualquier familia de clase obrera del país. La naturalidad de los diálogos, del lenguaje, es impecable y ya solo por eso le doy mil estrellas en cualquier valoración porque es una de mis cosas favoritas en una historia y algo que, si suena postizo, me suele sacar de una novela, por muy buena que sea su trama. Monreal capta superbién a los chavales, Eloy, David, Gabriel, pero también a los padres del protagonista y la relación con ellos: es real y, con su padre, también dolorosa.

Además, la ambientación, ese pequeño pueblo manchego, los detalles de la aldea, las costumbres, te trasladan allí por completo. Una vez más, el realismo, en este caso de la vida en el pueblo, es perfecto.

«Después, me mira sonriendo y algo en mi interior se descompone y salta y baila, y yo lucho por vencer el miedo y la agitación».

También me ha gustado cómo Monreal maneja la evolución de la historia entre Eloy y Gabriel, desde esa primera aparición del segundo a la que casi no das importancia, hasta que hablan por primera vez, sonríes tontamente y piensas: «¡Haaala!, ¡es él!». Pero su relación no solo le ha gustado a mi parte romántica, sino a esa que trata de entenderse a sí misma, porque la aparición de Gabriel ayuda a Eloy a ver que su futuro, pero también su presente, no tiene por qué ser como ha sido hasta ahora. No tiene que hacer lo que su padre espera de él, no tiene que esperar a marcharse del pueblo a una gran ciudad para ser él mismo.

¿Hay algo que no me haya gustado de El camino inesperado? Solo una cosa: que no tenga 229 páginas más para poder disfrutar de la historia de Eloy y verlo pasear por el pueblo, él en bicicleta, en skate Gabriel; jugar a la Play con David; compartir una cena tranquila con sus padres, crecer y vivir. Porque su historia es muy personal y cercana; de esas que, por cursi que suene, te calientan el corazón, y necesitas volver a ella de vez en cuando.

Post Author: anodis