En una declaración reciente de la sede de las Naciones Unidas en Ginebra, se abordó la compleja realidad que enfrentan las personas mayores LGBT. Esta población, que converge en la intersección de la vejez y la identidad LGBT, experimenta riesgos elevados de discriminación, exclusión social y violencia.
¿Cómo es la sexualidad en el aspecto social del adulto mayor? La sexualidad, a menudo estigmatizada en el adulto mayor, se complica aún más cuando se combina con las identidades LGBT.
Estos individuos enfrentan estereotipos sociales negativos relacionados con su salud física y mental, sexualidad, y capacidad para contribuir a la sociedad. Además, su experiencia de vida está teñida por episodios de discriminación y estigma que pueden llevar a problemas de salud mental en la vejez.
¿Cuáles son los conceptos de la vejez? La vejez es una etapa de la vida que va más allá de la biología. Implica transformaciones psicológicas, sociales y culturales. Las personas mayores LGBT enfrentan desafíos específicos, como la falta de reconocimiento de sus familias elegidas y la posible discriminación en instituciones de atención.
El envejecimiento social, por su parte, se refiere a cómo la sociedad percibe y se relaciona con las personas mayores. Para individuos LGBT, este proceso puede agravarse por la discriminación y el aislamiento social.
Los expertos de las Naciones Unidas, incluidos Víctor Madrigal-Borloz, Claudia Mahler y Tlaleng Mofokeng, abordaron los retos de salud específicos para esta población. Desde problemas ginecológicos y menopáusicos para mujeres lesbianas y hombres trans, hasta preocupaciones diferenciadas en hombres homosexuales negros y mujeres trans.
El reconocimiento de la demencia, y otros problemas de salud mental, es esencial. Las personas mayores LGBT pueden experimentar confusiones angustiosas relacionadas con su identidad sexual o de género.
Ante esta realidad, la declaración urge a los Estados miembros y partes concernidas a implementar medidas para combatir la discriminación. Es imperativo reconocer la discriminación por edad y diseñar programas de concientización y capacitación.
En definitiva, no hay justificación para la discriminación en la prestación de servicios basada en la edad, orientación sexual o identidad de género.
