Por Roberto Zedillo Ortega (@soykul)
Los crímenes de odio son una grave realidad en México. Según el último informe de Letra S, entre 2016 y 2020 hubo al menos 459 asesinatos por motivos relacionados con la orientación sexual, identidad de género o expresión de género de las víctimas. En el Observatorio de Personas Trans Asesinadas de la organización Transgender Europe, México suele destacar cada año como el segundo país con el mayor número de casos.
Sin embargo, este tipo de crímenes no se gesta en un vacío. Si algo muestra la saña particular que los caracteriza, así como su particular proclividad a castigar a mujeres trans y hombres gay, es que su origen se encuentra en prejuicios muy profundos. En otras palabras, la violencia de esta índole es una manifestación extrema del rechazo hacia la diversidad sexual y de género.
Este texto explica el vínculo entre agresiones (que incluso ponen fin a la vida de las personas) y estereotipos (que frecuentemente se consideran en cierta medida “inofensivos”. De manera breve, a continuación muestro los “pasos” que conducen de un contexto prejuicioso a un clima de violencia homicida.
La pirámide del odio: del rechazo a la agresión
Una forma muy ilustrativa de visualizar la relación entre prejuicios y crímenes violentos es la “pirámide del odio” —undiagrama propuesto por la Liga Anti-difamación (ADL, por sus siglas en inglés) en Estados Unidos. La idea básica de esta imagen es la misma que en una pirámide real: hay una serie de bloques en la base que funcionan como sustento para los bloques superiores. En esta lógica, ciertas expresiones de rechazo a la diversidad sirven de fundamento para otras más extremas. Cada aumento de nivel implica un contexto de mayor amenaza a los derechos y la integridad de las personas.
En la base de la pirámide se encuentran los prejuicios y las actitudes de rechazo; es decir, cuestiones que no siempre podemos ver, como el miedo a lo diferente, la tendencia a creer estereotipos, así como la falta de reflexión o conciencia sobre los privilegios propios. La normalización de estas actitudes permite pasar al siguiente nivel: actos observables de prejuicio como el uso excluyente del lenguaje, los comentarios o bromas deshumanizantes, los insultos prejuiciosos e incluso las “micro-agresiones”.
Derivado de los niveles anteriores, es posible escalar a la discriminación sistemática; es decir, a límites injustificados en el ejercicio de derechos en ámbitos como la educación, el trabajo ola justicia. Una vez que esto se normaliza, se abre el espaciopara la violencia prejuiciosa; es decir, para las amenazas, los daños a la propiedad, las agresiones físicas o sexuales, e incluso los actos de asesinato o terrorismo.
El nivel más alto de la pirámide es el genocidio: una estrategia deliberada para erradicar a un grupo social específico. Por supuesto, ésta no es una consecuencia obligatoria ni necesaria, pero vale la pena notar que todos los genocidios suelenalimentarse de los niveles más bajos de la pirámide.
Apuntes finales
Como se puede observar, este diagrama no sólo ayuda a explicar el odio contra personas LGBTI: también es útil para analizar la exclusión por motivos religiosos, racistas, xenófobos o de cualquier otro tipo. Sin embargo, con base en los datos disponibles, en las próximas semanas describiré cómo se ve cada uno de los niveles de la pirámide para la diversidad sexual y de género —una de las poblaciones cuya marginación es más pronunciada en el país.