Por Nicolás Durante Parra *
“No todos los días se cruza el desierto para verte”, le dice un rudo y más guapo que nunca Silva (¿quién más que el chileno Pedro Pascal?) al sheriff Jake (un entrañable Ethan Hawke) en la última entrega de Pedro Almodóvar, Extraña forma de vida (España-Francia, 2023).
Aunque esto no es Todo sobre mi madre ni Volver, el oriundo de Castilla-La Mancha entrega 31 minutos, o 1.860 segundos que se pasan volando, de un cuento de amor en el género western, bien narrado y lleno de romanticismo, cruzado de arriba a abajo por la violencia de los machos recios, aquellos que se niegan a declararle su amor a otro macho recio. Y sufren por ello.
Un tópico recurrente de la literatura homosexual ha sido el amor prohibido entre dos hombres cuyo destino social, cultural e histórico les hacía imposible estar juntos. En esta ocasión, Almodóvar decide situarlos en el cónclave de la hombría del cine: el lejano oeste de Estados Unidos y jugar con dos cowboys curtidos por su historia y su deseo.
La historia comienza con el asesinato de la exesposa del hermano del jefe policial del pueblo Bitter Creek, a quien le debe justicia. En eso aparece Silva, padre del principal sospechoso, Joe (George Steane). La sonrisa inicial del reencuentro es de una humanidad y felicidad innata absoluta.
Tras una comida a solas, regada con copas de vino, Torres y Jake terminan en las sábanas. No hay escenas explícitas de su noche, pero por la mañana sí recuerdan que fue un encuentro agitado.
En eso, Torres cabalga hasta donde su hijo para enviarlo lejos del poder del sheriff, y es cuando corren los recuerdos de hace 25 años, que permiten entender la historia entre ambos hombres. En México, en una noche con prostitutas, unos jóvenes Torres y Jake (personificados por José Condessa y Jason Fernández), hacen otras cosas que no tienen que ver necesariamente con distraerse con mujeres. El foco está en ellos, y en una jocosa escena que incluye disparos, vinos a borbotones, besos y tocaciones.
Como todo buen lejano oeste, en la cinta hay disparos, golpes, sangre.
Pero lo que subyace es una profunda promesa de amor que se hicieron hace 25 años y que la película da a entender que podrían cumplir ahora, luego de hechos violentos que terminan con uno de los protagonistas herido en la cama, mientras el otro lo cuida desde el borde meciéndose en una silla y dispara una de las frases más hermosas de la película.
“Una vez me preguntaste qué podrían hacer dos hombres viviendo solos en un rancho. Cuidarse el uno al otro, darse compañía”.
La película, corta y con espacio para desarrollarse aún más, aunque también se disfruta la brevedad y el imaginar los posibles desenlaces o caminos que seguirá la trama, tiene un símil con el libro El poder del perro, de Thomas Savage, que en 2021 fue adaptado por Netflix como película y protagonizado por Benedict Cumberbatch y Jesse Plemons. Homosexualidad oculta en la homofobia, la rudeza del rancho estadounidense y el amor prohibido de dos hombres se mezclan. Cómo no recordar también la cinta Secreto en la montaña, que juega en el mismo registro.
Una extraña forma de vida llega a la plataforma de streaming Mubi el 20 de octubre, pero ya está disponible en cines mexicanos tales como la Cineteca, Cine Tonalá, Cinemex y Cinépolis. Dato adicional por si aún no se convencen de verla: Pascal muestra, como que no quiere pero sí, el trasero.