“Le doy VIH a quien me lo pida”. Confesiones de un bugchaser.

Por Pavel Gaona

“Me detectaron positivo el 4 de noviembre de 2015, fue en una prueba rápida. Cuando el test dio positivo tuve una fuerte erección que trataba de disimular. Al salir del Centro de Salud y subirme a mi auto, lo que hice fue masturbarme para festejar el resultado. Ya era parte del clan “poz”, me cuenta “Leonardo”, quien prefiere mantener su testimonio anónimo. Él es un gift giver, es decir, le excita “compartir el regalo del VIH”, como suele decirse en su círculo.

A esta práctica de buscar infectarse o infectar a otros intencionalmente se le conoce como bugchasing. A las personas que buscan el contagio intencional de VIH se les llama “bug chasers” (cazadores del bicho) mientras que quienes infectan intencionalmente a otros se llaman “gift givers” (dadores del regalo). Razones hay varias: desde un profundo fetiche sexual hasta el no vivir con miedo al virus y así “adelantar lo inevitable”. También hay quienes buscar pertenecer a un grupo que comparta sus sentires, una suerte de hermandad sellada por el VIH.

Leonardo comenzó en el mundo del bareback desde muy temprana edad. “Inicié mi vida sexual a los 12 años, con un señor que era vecino de la casa de mi abuela. Él invitaba a los chavos del barrio —todos entre 10 a 14 años— a su casa. Entre que nos dejaba ver caricaturas y jugar videojuegos empezaba a tocarnos, a desvestirnos y a pedirnos tener sexo con él y entre nosotros, filmando los encuentros con una cámara VHS. De ahí iniciaron mis experiencias a pelo, primero porque la verga no llenaba el condón, ja ja”. Muy a pesar de que claramente lo que describe es un acto de pederastia por parte de quien tempranamente lo inició en la vida sexual activa, él no expresa haberse sentido abusado. 

De la alergia al fetiche: los porqués de Leonardo en el bareback

La alergia al látex hizo que se olvidara de los preservativos definitivamente. “No uso condón por dos razones: una me causa sarpullido en el pene y segunda, me baja la erección y no logro excitarme. Así que me acostumbré a coger a pelo. Si acaso he usado condón unas 6 veces en mi vida, y ha sido muy incomodo”. Él sabía que al no usarlo era inevitable terminar infectándose de VIH, pero no le importó. Es más: lo buscaba. Así que al darse su diagnóstico positivo en 2015, no se deprimió, sino que lo festejó e incluso se excitó sexualmente.

Según organizaciones que se dedican a la divulgación de estudios respecto al VIH y Sida como INFOSIDA, el sexo anal receptivo (ser pasivo) representa una práctica de riesgo mayor que el insertivo (ser activo). Aunque Leonardo es activo y su riesgo era menor, estadísticamente solo era cuestión de tiempo que se infectara de VIH. “Yo he practicado el bareback desde que inició mi vida sexual, sabía que era un riesgo inminente ser VIH+. Aunque inicié muy chico mi actividad sexual, fue hasta los 27 años en que fui detectado”.

El bareback  y la cultura “poz” (ser positivo) se vive en el underground, sobre todo en ambientes en los estados, donde el tema del sexo suele estar proscrito. “Soy de Zacatecas y aquí no hay lugares de encuentro tan abiertos como clubes u hoteles abiertamente gay. Aparte que es un lugar donde la raza es muy conservadora. Lo que hago es cruising en el parque, glory holes de baños públicos, vapores o el Grindr. Normalmente los encuentros son en esos lugares o en casas, rara vez en hoteles”.

En el ambiente “bugchaser” y “poz” algunas ITS son vistas como premios. “Yo actualmente solo soy VIH+. Tuve VPH, que fue mi primer premio bareback a los 16 años. Hace unos 2 años tuve gonorrea luego de un viaje a la CDMX. Me prende mucho ser poz y estar con otros poz, así como los culos con verrugas, que me mega excitan”. Una vez que logran el “premio” de ser convertidos, los “poz” portan con orgullo que ya son parte del clan: se ponen un tatuaje de desechos biológicos peligrosos (biohazard) o un escorpión, pues significa que “ya son tóxicos”.

Dar “el regalo” del VIH solo a quienes lo piden

Leonardo actualmente se encuentra bajo TAR (tratamiento antirretroviral) y es indetectable es decir, tiene una carga viral tan baja que es incapaz de transmitir el virus. Y así ha permanecido el último año. Aunque ocasionalmente lo suspende para “volver a ser tóxico” cuando alguien le pide que le dé “su regalo” o su “leche vihtaminada”, como se dice en el argot bugchaser. 

“De vez en cuando he dejado que me suba la carga viral a propósito suspendiendo el medicamento dos o tres semanas cuando hay alguien que me pide le regale de mi ‘vihcho’. También lo he suspendido temporalmente para alguna orgía en la que se pide que se tenga carga viral alta. Estas orgías usualmente son para iniciar a un nuevo miembro”. 

A pesar de que hay personas que buscan transmitirlo sin consentimiento del otro, Leonardo no es partidario de esto. “Cuando he llegado a dar mi ‘vihcho’ es bajo mutuo consentimiento. Además se sobreentiende que bareback es sinónimo de poz. No estoy a favor de transmitir sin consentimiento, el bareback es de consentimiento mutuo y sabiendo los riesgos, si alguien me pregunta mi estado serológico lo digo sin problema; el tema es ser de cierto modo responsables de nuestros propios actos”.


Aunque actualmente el VIH ya no es sentencia de muerte mientras se esté bajo tratamiento, sigue siendo un gran reto en materia de salud pública. Mientras en México las denuncias por desabasto por medicamentos antirretrovirales crecen, parece imposible que haya quienes busquen infectarse deliberadamente con este virus. Estemos a favor de él como un ejercicio de libertad sexual o que lo veamos como un acto condenable y suicida, no cabe duda que el bugchasing se mantiene como uno de los últimos grandes tabúes en cuanto al sexo se refiere.

Post Author: anodis