La cultura y el arte no deberían ser víctimas de la discriminación, pero en Rusia, una vez más, el gobierno de Vladímir Putin ha demostrado que la libertad creativa tiene un límite: la homofobia.
El ballet “Nureyev”, inspirado en la vida del bailarín soviético Rudolf Nureyev, fue cancelado permanentemente en el Teatro Bolshoi debido a su “contenido inapropiado”. ¿Y qué tiene de inapropiado? Según las autoridades, la obra viola la ley que prohíbe la “propaganda” de la comunidad LGBTQ+. En otras palabras, es “demasiado gay”.
Pero esta no es la única razón detrás de la cancelación. El director de la obra, Kirill Serebrennikov, ha sido un crítico acérrimo del gobierno de Putin, y se cree que esta cancelación es una represalia por su oposición a la invasión rusa en Ucrania.
Para contextualizar la información de la prohibición del ballet en Rusia, es importante mencionar que en los últimos años, ha habido una creciente persecución a la diversidad sexual y de género en ese país. En 2013, se aprobó una ley que prohíbe la “propaganda” de la homosexualidad y que ha sido utilizada para justificar la censura y la discriminación contra la comunidad LGBTQ+.
Desde entonces, ha habido una serie de ataques contra personas LGBTQ+ en Rusia, incluyendo agresiones físicas, arrestos y detenciones arbitrarias, así como una campaña de desprestigio en los medios de comunicación estatales y una serie de leyes que limitan los derechos y las libertades de esta comunidad.
En este contexto, la prohibición del ballet de “Nureyev” en el Teatro Bolshoi es solo una muestra más de la opresión que se vive en Rusia contra la diversidad sexual y de género. Además, el hecho de que la obra haya sido cancelada por hacer referencia a la orientación sexual del bailarín soviético Rudolf Nureyev es una clara muestra de la homofobia y el prejuicio que aún existen en la sociedad rusa.