El Baile de los 41, la película

David Pablos nació en 1983 en Tijuana, Baja California, y estudió en el Centro de Capacitación Cinematográfica de la Ciudad de México, pero su formación como cineasta empezó a los 15 años con la filmoteca de más de 7,000 películas de Carlos Monsiváis. “Cuando le dije a mi tío que quería ser director, se entusiasmó. Fue un privilegio ver cine a su lado. Sé cuánto le debo, porque él fue una escuela para mí y su filmoteca, una clase magistral”, dice.

Su ópera prima, La vida después (2013), que compitió en la sección Horizontes del Festival de Venecia, es un drama sobre dos hermanos que van en búsqueda de su madre. “Es muy personal, muy directa y referencial. Quien me conoce, me pudo ver en esa película en muchos aspectos. Ahora creo que no estaba listo para contar esa historia. Si la hiciera de nuevo, sería diferente, pero era la mejor película que podía hacer en ese momento. Le tengo una especie de amor-odio”.

Con Las elegidas (2015), nominada al premio Una cierta mirada en el Festival de Cannes, hizo un crudo retrato de la trata de mujeres en México a través de la historia de un proxeneta novato que se enamora de la joven a la que engaña para meterla a una red de prostitución. “Esa película fue importante para mí porque significó reconocimiento, pero, sobre todo, porque encontré una manera de acercarme a la historia mucho más libre, sin tanta tensión en el set”, recuerda el cineasta de 36 años.

La película ganó cinco premios Ariel, entre ellos los de mejor película, director y guión. No obstante, su distribución en cines fue sumamente limitada, aunque encontró un mayor alcance gracias a Netflix. Con El baile de los 41, distribuida por Cinépolis, Pablos pretende lograr —si el contexto después de la pandemia lo permite— el alcance masivo del que carecieron sus dos filmes anteriores. “Espero no sonar grandilocuente, pero la apuesta ha sido hacer una película que vaya a una audiencia mucho más diversa, no acotarnos a los festivales de cine”.

Post Author: anodis