Carlos Monsiváis y su Clóset de Cristal 

Por Antonio Medina Trejo 

Hace 10 años el escritor y cronista mexicano, Carlos Monsiváis, falleció. Su muerte dejó en la orfandad a varios movimientos sociales que durante más de 40 años contaron con su apoyo para expresarse a través de él, de su crítica mordaz contra el poder, o, en muchas ocasiones, para abrir espacios de expresión y denuncia pública de quienes no tienen acceso al poder mediático. 

El movimiento lésbico-gay, como se le denominaba en los años 70, fue uno de los que más estuvieron cerca del intelectual de la colonia Portales, entre otros motivos porque él pertenecía a dicho movimiento, aunque nunca se asumió como parte del mismo. 

Su reticencia a declararse abiertamente gay, lo han relatado varios amigos cercanos al cronista, es que no quería etiquetarse como un escritor homosexual, entre otras motivos, “porque temía a que no se le tomara en serio”, pues entendía perfectamente la idiosincrasia machista y homofóbica del país que lo vio nacer y que fue motivo de sus escritos y análisis en cientos de crónicas publicadas en decenas de periódicos, revistas y libros. 

A pesar de ese “clóset de cristal” en el que vivía, como ha relatado el editor Braulio Peralta, Monsiváis fue un activo militante de la lucha homosexual de México y a la cual le aportó reflexiones muy profundas en ensayos, artículos y libros que permitieron entender la vida cotidiana de los homosexuales en el barrio, la cárcel, los bares y discotecas, sin olvidar la recuperación de historias del siglo XIX y principios del XX en las familias porfirianas y postrevolucionarias, donde el amaneramiento y la exquisitez develaban lo que aún no tenía nombre, sólo se sabía diferente, abyecto e inmoral. 

Como un buen obsesivo de la investigación documental y hemerográfica, Carlos Monsiváis recuperó archivos y escritos antiguos para entender la homosexualidad en México de los otros, los marginales, los excluidos. Ya con el desarrollo de la prensa escrita, el cine y la televisión, Monsiváis fue un investigador acucioso de las representaciones de lo gay en las industrias culturales. 

Su ensayo “Los iguales, los semejantes, los (hasta hace un minuto) perfectos desconocidos (A cien años de la Redada de los 41)”, editado por Conaculta y el INBA en 2001, es un referente indispensable para entender cómo el México de inicios del siglo pasado construyó la idea de la homosexualidad, y cómo desde esa visión ésta minoría social se auto percibió con el pasar de las décadas. 

No son pocos los relatos sobre la particular forma de ser del autor de Apocalipstick, que en muchas ocasiones era contraria a los ideales que él defendía en sus escritos, ponencias o entrevistas. Sí, como todo ser humano, Monsi tenía defectos: era huraño, intrigoso, manipulador, rencoroso, y muchas veces vengativo. Sabía usar su poder y era capaz de generar censura hacia quienes no gozaban de sus simpatías o no lo veneraban. Era particularmente intolerante a la crítica de quienes consideraba inferiores intelectualmente. 

A pesar de sus fobias y manías, Carlos Monsiváis fue un hombre que se indignaba ante las injusticias y siempre fue generoso al defender los derechos de las personas que viven con VIH/Sida; nunca dudó levantar la voz o hacer desplegados en defensa de los derechos lésbico-homosexuales. Su indignación por los crímenes de odio por homofobia lo hizo apoyar la propuesta del activista Arturo Díaz Betancourt para crear una Comisión Ciudadana encargada para visibilizar la violencia homofóbica y criminal. 

A quien esto escribe le consta cómo una vez que acudí a su casa para entrevistarlo, en la larga espera en su biblioteca escuché involuntariamente cuando telefoneó a un político poderoso para reclamarle por las injusticias cometidas contra personas de la diversidad sexual en la institución pública a su cargo. Es bien sabido que altos funcionarios le tomaban personalmente la llamada y su voz era escuchada por esos hombres poderosos. En eso radicaba su poder. 

En esta década de ausencia del autor de Escenas de pudor y liviandad, su pluma en los medios escritos y su voz en la radio y la televisión, se ha extrañado. Varias han sido las ocasiones en que analistas políticos o líderes de opinión han dicho qué diría Monsi de tal o cual tema; o se han preguntado algunos si el escribano de muchos de los discursos del actual presidente continuaría siendo leal a él, como lo fue hasta antes de morir. 

Eso -me dijo hace algunos días un amigo muy cercano al escritor-, no lo sabemos, al preguntarle si Monsiváis apoyaría las locuras que está cometiendo López Obrador. Mi duda era saber si Carlos Monsiváis estuviera escandalizado por las violaciones al Estado laico o las decisiones en los recortes a la cultural, a la ciencia, a la salud o a programas que han incentivado la investigación a través de los fideicomisos que el mismo Monsiváis impulsó en tiempos de Vicente Fox. 

La realidad es que será imposible saber eso. Y para no angustiarnos y andar molestando la memoria de un entrañable escritor gay, mejor me quedo con el Monsi solidario, lúcido, contestatario, ocurrente, cuestionador del poder y “defensor de las causas perdidas”, como él mismo se autonombró cuando la UACM le otorgó el Doctorado Honoris Causas-Perdidas por su aporte a la cultura, al periodismo y la reflexión intelectual de uno y mil temas por más de medio siglo. 

@antoniomedina41

Post Author: anodis